BLa iomimética está en boca de todos y ahora es difícil imaginar un futuro en el que no juegue un papel clave en el desarrollo de nuestra sociedad. El desarrollo de nuevos materiales no es ajeno a esta nueva disciplina, aunque debemos ser conscientes de lo que podemos obtener (y lo que no podemos) de la imitación de la naturaleza.
Viviendo en un mundo material
La historia de la humanidad comienza con el desarrollo de civilizaciones que hoy agrupamos en fases tecnológicas definidas por el material que en un momento dado alcanzó el mayor grado de desarrollo (Edad de Piedra, Edad del Cobre, Edad del Bronce, Edad del Hierro). Desde entonces, el desarrollo del ser humano ha estado íntimamente ligado a su relación con los materiales que lo rodean: cómo extraerlos, cómo transformarlos, cómo utilizarlos, cómo sintetizarlos, cómo reciclarlos… desde los primeros materiales que el hombre extrajo de la naturaleza (madera, arcilla, piedra, etc) hasta el aprovechamiento de la aplicación de calor a la revolución de la nanotecnología y la nanociencia.
Desafíos tecnológicos
Los desafíos tecnológicos son los más grandes que ha enfrentado el hombre en toda su historia. A pesar de haber perfeccionado la extracción de materias primas, dominado la síntesis de nuevos materiales, desarrollado tecnologías de procesamiento y fabricación y utilizado diferentes fuentes de energía para nuestras actividades, apenas hemos tenido en cuenta las consecuencias que todas estas fases tuvieron en nuestro entorno.
Actualmente vivimos en la era del silicio, una nueva revolución que ha propiciado el desarrollo de la electrónica y las tecnologías de la información y la comunicación.
Hoy sabemos que el vector ambiental no puede descuidarse en nuestras actividades; hay que considerarlo como un factor de máxima importancia. En este contexto, las últimas décadas han visto el surgimiento de una nueva disciplina llamada biónica o biomiméticos. Estos términos se popularizaron como resultado de la publicación del libro Biomimicry: Innovation Inspired by Nature (1997) de Janine Beynus, que trata de “una nueva ciencia que estudia modelos de la naturaleza y se inspira en estos diseños y procesos para abordar problemas humanos ”.
Biomimética y sostenibilidad
La ciencia y la ingeniería siempre han tenido la naturaleza como modelo y la han utilizado para prosperar; sin embargo, en los últimos tiempos este estudio natural se ha sistematizado, involucrando de manera coherente a profesionales de diferentes disciplinas (biólogos, diseñadores, físicos, ingenieros, químicos, etc.) para maximizar los beneficios extraídos del conocimiento de la Naturaleza. Si bien en la actualidad todavía contiene secretos que no podemos descifrar, no hay duda de que la imitación de procesos, materiales y soluciones naturales será una de las rutas de la sociedad hacia el desarrollo y la innovación.
Llegados a este punto tenemos que detenernos y reflexionar: ¿es la biomimética la solución universal a nuestros problemas medioambientales? La respuesta es no. La biomimética es una herramienta en desarrollo y una fuente de innovación; un “nuevo” (en lo que se refiere a la sistematización) punto de partida y enfoque para la búsqueda de soluciones puntuales a los desafíos que plantea el desarrollo tecnológico. Y no siempre podemos obtener la respuesta buscada de la naturaleza; En este punto, como bien saben los investigadores, debemos cambiar el modelo y seguir investigando.
Pero todavía existe una tendencia a asociar directamente la biomimética con la sostenibilidad, como si la primera implicara inequívocamente a la segunda. No cabe duda de que la naturaleza puede enseñarnos mucho sobre cómo proteger la vida y los recursos (lo hace desde hace millones de años), pero saber canalizar adecuadamente la información que nos brinda hacia desarrollos que representan un avance ambiental depende solo de nosotros. en la medida en que ayude a “limitar los daños al medio ambiente”.
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